viernes, 8 de marzo de 2013

Sobre la trascendencia de hablar "desde"


 

Hablar “desde” ciertas regiones del espíritu es norma generalizada hoy día para tratar de ser más creíbles y convincentes. Ya no se habla con más o menos rigor, con más o menos humildad, con más o menos dolor, etc., sino, incontestablemente,  desde el rigor, desde la humildad, desde el dolor, etc. A tal fin, las facultades del alma, entendimiento, voluntad y memoria,  elevadas a categoría de absolutos, han devenido en parajes virtuales a los que el manifestante se traslada para, poseído y transmutado por el espíritu del lugar, dirigirse al interlocutor  armado de toda autoridad y razón.

Si alguien osa decir que habla “desde” la poesía, en lugar de manifestar que habla de poesía, o con sentido y voluntad poética, tendremos que aceptar, pues, que todo cuanto sale de su boquita es pura poesía. Cuando oigo decir a los políticos, en raptos de sinceridad escenográfica,  sobre todo en estos momentos de corrupción galopante, que hablan “desde” la transparencia, me causa cierta gracia al imaginarlos en público con todas sus íntimas vergüenzas al aire.

Resultan chocantes, por evocadores de reminiscencias de clandestinidad, los encabezamientos de los comunicados de los partidos políticos, especialmente si pertenecen a la oposición y  son de carácter reivindicativo, cuando se formulan, que es casi siempre, “desde” tal o cual agrupación en particular, en vez de emitirse sencillamente en nombre del mismo,  pues parece que asumiesen  que se encuentran en una trinchera desde la que  lanzar  todo tipo de propuestas como quien lanza cargas de profundidad.

Salvo por razones de localización geográfica o temporal, el lugar desde donde se realiza una locución nada importa por ajeno a la esencia del discurso. La importancia de lo qué se habla, al margen el relieve del manifestante, reside, fundamentalmente, en lo qué  se dice y, en menor medida,  en cómo y bajo qué circunstancias.

Carece, pues, de lógica la  recurrencia itinerante al travestismo emocional y cualitativo  de hablar “desde” ilocalizables dimensiones del alma, o “desde” lugares virtuales del espíritu. Entiendo que lo adecuado es hablar  con la propiedad que cabe y con la que uno es capaz en cada caso.

 

 

 

                                   José Antonio Quiroga Quiroga
          
 

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