lunes, 12 de diciembre de 2016

Mejores por Navidad


 

“La Navidad nos hace mejores”, reza un eslogan de la cadena hostelera Vips, acompañado de la foto de un plato especial. Tan mejores nos hace que creemos que somos buenos de verdad ¿Y qué mejor respuesta de buenas personas que mostrar gratitud por tal reconocimiento  acudiendo al establecimiento que de antemano nos reconforta espiritualmente y que, a buen seguro, también  nos reconfortará el estómago con la excelencia de sus productos?

 

            La Navidad, con su mágica atmósfera de cuento, nos viene bien a todos para reconciliarnos con nosotros mismos y sentirnos “güenos”: porque lo necesitamos y porque es tiempo de obligada paz. Y de inexcusable felicidad, ¡dulce Navidad¡ como sugiere  la ambientación y  decorado envolventes. Además de ejercicio anual preparatorio para la felicidad eterna que dicen que nos aguarda en el paraíso.

Pero el espíritu de la Navidad es opulenta estrella fugaz,  grandilocuente como los fuegos de artificio, cuyos efusivos destellos de fraternidad y concordia se concretan en protocolarios apretones de manos y corteses buenos deseos. Sin embargo, el cosmos, indiferente a lo que sucede en una parte del mismo, sigue su enigmático curso regido por inviolables e implacables principios y leyes físicas. 

Somos como nos comportamos a diario. Como dice Pedro Navaja (ladrón de esquina) “si naciste pa´ martillo del cielo te caen los clavos”, aunque es legítimo, respetable y saludable, incluso hermoso, de vez en cuando y en determinadas fechas,  soñar que vivimos en el país de Alicia.

Por todo ello, y pese a ello, y a que en el firmamento de la duradera Navidad comercial hay muchas más bombillas que estrellas, a los amigos y a los que no lo son, a los enemigos, a los conocidos y desconocidos, a los inmigrantes y refugiados, a la gente de toda condición, tiburones y tiranosauros,

¡¡¡Feliz Navidad!!!

 

                                José Antonio Quiroga Quiroga