domingo, 18 de octubre de 2015

Lengua y emoticonos


El artículo de E. J. Rodríguez, “Por qué el Jesús del arte nunca se pareció al de la Biblia”, comienza diciendo que imperios y religiones se servían de la representación artística de ideas para comunicarse con  los humildes, puesto que la historiografía escrita era un lujo reservado a una minoría con formación. Quizá la sentencia, “una imagen vale más que mil palabras” tenga origen en la  utilidad de la figuración para despertar en el pueblo llano evocaciones y sentimientos ajenos a la razón. José Antonio Marina opina que la imagen es poderosa emocionalmente y nula conceptualmente: “no hay dogma más peligroso que afirmar que una imagen vale más que mil palabras”. “Nuestra inteligencia es estructuralmente lingüística, no “imaginera”. Las grandes creaciones, ciencia, derecho, economía, ética, política, etc., son lingüísticas; en ningún caso se construyen con imágenes.

Hoy, a través de Facebook,  ventana a la que se asoma mayormente el pueblo llano, para ser visto más que para ver, es notorio el uso y abuso del  variopinto catálogo de emoticonos a disposición del usuario, grotescas caricaturas de expresiones faciales básicas, protagonizadas por animales en su mayoría. Si bien no es  cuestionable, en términos de practicidad,  el uso en las redes sociales de algunos símbolos para respuestas que no pretenden  ir más allá que el mostrar conformidad o disconformidad: mano con el pulgar hacia arriba o hacia abajo, es obvio que, a falta de palabras, los emoticonos expresan emociones, aunque sin los matices de la comunicación gestual, como p.e. la ironía,  pero no opinión. Con ellos el diálogo se interrumpe y no dan opción para el debate. No es posible el enriquecedor intercambio de ideas.

El empleo abusivo de emoticonos empobrece la lengua,  conduce a  pensar de manera más fragmentada y simplista, además de que se pierde capacidad para formular ideas profundas y complejas.  

Los emoticonos remiten a los ideogramas chinos antiguos, emparentados con los sistemas de escritura maya y egipcio; y a la expresión popular, al menos en Galicia, referida a aquellos que de los periódicos solo les interesa “ver los santos” ( fotos o estampas de gente supuestamente relevante, elevada a la categoría de santos), porque la escritura  les produce empacho.

Si cierto es que somos lo que leemos, más cierto es que somos lo que escribimos.

 

                              José Antonio Quiroga Quiroga