martes, 1 de abril de 2014

Cuatro reflexiones aforísticas de la casa



1.- Acerca de la terrorífica amenaza-castigo de la pena eterna, del inextinguible fuego del infierno, y del llanto y crujir de dientes,  que tanto aflicción causó en la no lejana época de apocalipsis religiosa, y que todavía sobrecoge a las almas cándidas, a pesar de que Benedicto XVI haya dicho que ya no existe, aunque no dudo que tuviese utilidad social en tiempos de barbarie  para frenar la misma. Así que, “queridísimos hermanos” tranquilos todos, el infierno es una monstruosa mentira.

              PENA ETERNA: En justicia, únicamente cabe aplicar la pena eterna en correspondencia a un daño infinito. Y solo un dios tiene poder para  cometer daño  incalculable y capacidad para soportar  castigo inacabable.

2.- Sobre la recurrente apelación pública a la tranquilidad de conciencia de los imputados como recurso exculpatorio, de evocación religiosa en cuanto que se interpreta sobre entendidamente como la voz de dios.

 LA VOZ DE LA CONCIENCIA: La conciencia no tiene voz audible. Quienes en descargo de responsabilidades apelan a lo que supuestamente les dice la suya, saben que ésta no puede desmentirles.

 3.-  Relativo a la perversa exhortación a ofrecer sacrificios a los dioses para remedio de males y maldiciones, vigente hoy día en mayoría de romerías, propia de hechiceros, al margen de los atavíos propios de cada cultura, se trate de taparrabos, sotanas, o cualesquiera hábitos.

 PENITENTES: Lástima de pobres gentes, de aciaga existencia y fe ciega, que les han hecho creer que es justo y necesario añadir más calvario a sus ya desgraciadas vidas, mortificando penosamente su cuerpo para  tratar de obtener la conmiseración de los cielos.

 4.- Tocante a la falta de dignidad y escrúpulos que ha desembocado en la galopante  corrupción que nos acorrala y asuela hoy día.

 DEGRADACIÓN: Si al final de nuestras vidas todos acabaremos biológicamente degradados, por qué, entonces, degradarse en vida.




                             José Antonio Quiroga Quiroga