jueves, 18 de julio de 2013

El patronazgo del Colegio de Arquitectos


La sólida instrucción técnica y humanística  de los arquitectos no es razón de peso que  les haya permitido desenvolver su trabajo libre de gravosas y entorpecedoras tutelas protocolarias gobernadas por el Colegio que los apadrina. Tampoco el perfil artístico-creativo de la profesión, intrínsicamente autárquico, los ha eximido del pedestre vasallaje de la supervisión burocrática de los proyectos, eufemísticamente llamada “visado de calidad”, centrada en la observancia de la normativa de aplicación. La razón del mismo radica en un paternalismo tan  trasnochado e inconsistente como la preservación de la imagen del arquitecto. ¿Ante quién? Ante los técnicos municipales, compañeros al servicio de las Administraciones Locales. Preservación fallida, en cuanto que dicho “visado de calidad” es puesto en entredicho a diario por los colegas funcionarios en segundo turno de requerimiento de subsanación de deficiencias u olvidos. El doble escrutinio conlleva significativa pérdida de rendimiento, materializado en la duplicidad de trámites y consecuentes rectificaciones que comportan nuevas copias y su visado, además de dos desplazamientos a mayores a la sede colegial, algunos de 120 km, ahora opcionales gracias al visado telemático. De todos estos costosos trastornos  derivados del deficiente servicio colegial, generosamente retribuido, el Colegio, padrino de todos a efectos de exigir las tasas correspondientes, no se hace cargo. Si la última palabra la tienen los servicios municipales, ¿qué utilidad y fin tiene el visado colegial? Al respecto solo puedo decir que sobre este sistema se ha desarrollado una compleja estructura de cargos fabulosamente retribuidos al amparo de la bonanza económica que, tras su desaparición, ha puesto contra las cuerdas de la banca rota a la propia institución que, apremiada, descarga su problemática, incrementado el coste de los servicios, en el sufrido colectivo de arquitectos, acostumbrados durante muchos y duros años de aspirantes al título,  a enfrentarse y soportar  pesadas cargas de trabajo.  

No son de recibo en el siglo XXI los patronazgos, siquiera, aunque simbólico, sin desconsiderar por ello el arraigo y fuerza de los símbolos, el muy celebrado celestial de los arquitectos a cargo de la virgen en su huida a Egipto, y desaparecida ante la falta de trabajo, que evidencia la esclerosis dominante y el arrastre de rutinas arcaicas. Del Colegio solo cabe demandar información, asesoramiento, y directrices deontológicas.

 

 
                              José Antonio Quiroga Quiroga

                                 Arquitecto  colegiado 820.

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