martes, 9 de octubre de 2012

Pueblo sabio


En la noche del escrutinio de votos, el vencedor en las urnas, ufano y embargado de triunfalismo, tomó la  parte favorable del electorado por el todo, y, sin pudor ni respeto alguno hacia los no simpatizantes derrotados, se obsequió, a mayor gloria personal, su primer elogio público al proclamar la sabiduría del pueblo por la atinada decisión.
De un pueblo que elige democráticamente a “chiquilicuatres” como representantes no puede decirse precisamente que sea sabio. El pueblo que sostiene a una casta de políticos mediocres, pagados de sí mismos, falaces, irresponsables, despilfarradores y corruptos no puede ser sabio. La llamada sabiduría popular, esa experiencia de vida de siglos, pertenece al refranero de cuando las gentes no tenían participación alguna en política.
 Lo único que se puede decir de la voluntad popular expresada en las urnas es que, en principio, es soberana para elegir a sus representantes. Pero este ejercicio de soberanía suele estar en entredicho por cuanto que su consustancial atributo de independiente está viciado de desinformación, apesebramiento y fanatismo partidario. El pueblo será todo lo sabio que los políticos quieran, pero si algo lo define inequívocamente es su condición confiada, trabajadora y resignada. Los listos son ellos, los elegidos.
 La sabia resignación lleva al pueblo en tiempos difíciles a arrimar todavía más el hombro en aras de un futuro mejor aceptando recortes en sus derechos fundamentales, y a consentir que los causantes de sus desgracias perseveren como administradores de sus destinos preservando intactas las antidemocráticas estructuras políticas y sus obscenos privilegios.
Políticamente, el pueblo tiene lo que quiere. No lo que merece. Pero lo que el pueblo quiere, raramente responde a lo que le conviene.  
 
NOTA anexa en clave menor: Nuestro alcalde, el ilustrísimo señor Moisés Rodríguez, en el acto público de posesión de la alcaldía,  también pecó, cómo no,  de falta de pudor y de respeto a los presentes y conjunto de tudenses políticamente divergentes, diciendo que el pueblo había sido sabio. Que los dioses le conserven el delicado tacto de su blanda mano tendida.
 
                                           José Antonio Quiroga Quiroga